Ser abuela te transporta a una
dimensión nueva en la que se descubre que, si creías haber experimentado todas
las emociones imaginables, estabas equivocada, porque surgen a cada rato unas
cuantas nuevas a las que no es posible ponerles nombre. Aparecen de una en una
o en tropel, según sea el momentazo que ese “loco bajito” llamado nieto te
regala.
Sé que cualquier abuela entenderá
de qué hablo, pero no escribo esto para que lo lean las otras abuelas, aunque
también, lo escribo porque me sale, porque necesito sacarlo y si de paso algún
día él lo lee y se sonríe, será genial.
Entre tanto, disfruto cada
instante que puedo pasar a su lado, me reconforta, me reactiva, me emociona, me
divierte, me permite recuperar a la niña que llevo dentro para jugar con él y
siento que él se lo pasa bien, sé que le gusta estar conmigo, sé que soy para
él alguien con quien se siente a gusto y seguro.
Y también sé que es muchísimo más
listo que yo, porque mientras que yo no soy capaz de poner nombre a mis emociones
“de abuela”, él a mí me ha puesto un nombre: “NANA”…, sabe que soy su iaia,
pero me llama nana, por qué?, pues no tenemos ni idea, pero yo tengo una
teoría, creo que él ha decidido crear un nombre exclusivo para mí, un nombre
que define lo que significo o lo que yo soy para él.
Así que, me encanta comunicar a
quien quiera que me lea que, igual que cualquier
persona, soy muchos personajes a la vez y para cada uno de ellos tengo un
nombre (hija, madre, hermana, pareja, amiga, compañera, tía, sobrina, etc., etc.,
etc.), pero desde hace cosa de un mes, más o menos, soy, simplemente, la NANA…..
Buenas noches, dulces sueños….
Carmen Rocamora
(contadora de historias)
28 de mayo de 2016