Fotografía de Pedro Palencia
Hospital General de Alicante
(septiembre 2011)
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Noche de hospital
de duermevela
de termómetros y cuñas
de guantes y mascarillas
de drenajes y vías
de calmantes y sueros
Noche distinta a cualquier otra
dormitando en un sillón desvencijado
velando el sueño intermitente
plagado de dolor y de lamentos
de alguien cercano
a quien se quiere y cuida
Noche inhóspita e interminable
de olores penetrantes
y sonidos quejumbrosos
de miedos mal disimulados
de batas blancas
y emociones contenidas
Noche de amaneceres perezosos
desesperadamente lentos
de acuciantes anhelos
de impacientes miradas al reloj
a la espera de que despunte el día
que ponga fin a la noche infinita
Y estrenar una mañana de esperanzas
de esponjas con jabón y sábanas limpias
de pronósticos leves o severos
de idas y venidas, de ajetreo
de las mismas y cotidianas cosas
que al fin y al cabo
en cualquier parte se suceden
aunque después de una noche de hospital
tal vez se perciban diferentes
Carmen Rocamora
(contadora de historias)
3 de julio de 2012
Es muy bonito lo que dices, expresas el sentir del que acompaña a un familiar enfermo y lo expresas muy bien. Me has emocionado, gracias.
ResponderEliminarGracias a tí por compartir mis sentimientos. Un beso!!
ResponderEliminarLeyéndote, los ruidos, los olores, las luces del hospital son menos inhóspitos, pero aun así se desea un amanecer, trágico o de compás de espera. Si tuviera que pasar una noche acompañando a alguien en un hospital, me gustaría poder leerte. Saltos y brincos Ester
ResponderEliminarGracias Ester, eres muy amable al valorar de ese modo lo que escribo, es sencillamente lo que fluye de dentro..., ya sabes y aunque la satisfacción primera surge cuando consigo expresar lo que siento, si al compartirlo resulta agradable para quienes lo leen, me sentiré doblemente feliz, especialmente si leerme puede ser útil a alguien tan especial como tú. Saltos y brincos, Carmen
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